ESCULTURA ROMANICA |
En la escultura
exenta predominan los temas de: el Crucificado y la Virgen. El Cristo
crucificado está clavado con cuatro clavos y los pies separados, el cuerpo
rígido, sin sentir el peso y adaptándose al marco. En la cabeza lleva una
corona real, por su condición de rey de reyes, o una corona de espinas. Aparece
vestido con una larga túnica, al menos desde la cintura. Las figuras de la
Virgen fueron especialmente veneradas. Frecuentemente contenían reliquias.
Suele ser una figura sedente, coronada y con niño. La composición suele ser
rígida, sin que exista comunicación entre la Virgen y el Niño.
La escultura se caracteriza por la ley de la
adaptación al marco, el horror vacui, la expresividad esquemática, sin
proporciones naturalistas, y la carga simbólica y alegórica. Hay ausencia de
perspectiva, y destaca la jerarquía de tamaño, composición e hieratismo. La
forma se subordina al esquema geométrico que impone la arquitectura. Suelen
estar realizadas en piedra caliza, granito o mármol, pero también en madera o
marfil.
Dos espacios
están especialmente reservados para la escultura: la portada y el ábside,
aunque aparece en frecuentemente otras partes, como los bajos de las cubiertas,
las jambas de las puertas, los capiteles o los claustros. Existen tanto
relieves como escultura exenta, de pequeño tamaño, que están policromadas. La
portada es la parte más escultórica, donde se encuentran, en el tímpano: el
pantocrátor y el tetramorfos, en el dintel los ancianos del Apocalipsis, y en
el parteluz y las arquivoltas otras esculturas, casi exentas
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