ARQUITECTURA ROMANICA |
Para ello el
material empleado debía ser piedra fundamentalmente, aunque no se renunció a
otros materiales como luego veremos. Otra condición ideal era que el templo
debía estar abovedado. Esto era por dos razones: la primera, por dar mayor
relevancia simbólica al edificio y otra, más práctica, para evitar los
incendios que los techos de madera sufrían con cierta frecuencia.
Estos deseos llevaron a los arquitectos románicos a
construir sus iglesias con grandes muros macizos de piedra que pudieran
soportar los enormes pesos de las bóvedas. Los vanos, aunque deseados por el
simbolismo de la luz, fueron practicados de manera más escasa que en el gótico
-vanos estrechos y saeteras- pues suponían frecuentemente menoscabo de la
resistencia de los muros. Como consecuencia secundaria, el interior de los
templos románicos se envuelven en una tamizada luz que invita al recogimiento.
También esta luz difusa daba vida y "magia" a la policromía de las
pinturas murales que cubrían sus muros.
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